Family & friends  

  Him ♡  

Melocotón y miel en el aire, conos de helado en el pavimento, ventanas abiertas de par en par, un huerto de albaricoqueros con la brisa de las campanillas de viento a través de las hojas y ramas brillando con la neblina de calor. Hay una belleza atemporal, como de pintura al óleo o de polaroid desgastada en los bordes, sobre este sueño y tú, el flash de la cámara salpicado de pintura en tu piel. Tú, y tú, y tú. Quiero vivir así para siempre. Siempre extendiéndonos el uno al otro y nunca tocándonos del todo. La luz bañando la piel de mármol de tu espalda, los músculos ondulando como fluye el río, suave, urgente. Llámalo amor, llámalo como quieras. En esta vida, empieza a llover en el segundo en que decimos nuestros nombres, en la siguiente, el mundo deja de respirar justo antes de besarnos por primera vez, en otra, saltamos al río al amanecer y nunca salimos a tomar aire.

  About me  

Aquamarine Kirito Yukimiya nació el 17 de julio de 2004, en una pequeña ciudad costera de Italia, donde el sol se reflejaba en las olas como cristales rotos. Su vida comenzó con fragilidad: huérfano desde temprana edad, pasó sus primeros años en un hogar de acogida, observando la vida desde la ventana, preguntándose si algún día encontraría su lugar. Su destino cambió a los cinco años, cuando fue adoptado por Amane Yukimiya, un respetado profesor de la Academia Valiant en Ravenshire, reconocido por su rectitud, inteligencia y frialdad calculada.Amane no era un padre afectuoso, pero tampoco era injusto. Sus reglas eran claras, sus expectativas aún más. En la mansión Yukimiya no había espacio para errores ni debilidades. La perfección era el idioma de la casa, y Aquamarine, consciente de su condición de hijo adoptivo, se convirtió en un modelo de excelencia. Consciente de que tenía que “ganarse” su apellido, jamás permitió que sus emociones interfirieran con su deber.En la Academia Valiant, su reputación lo precedía. Aquamarine no solo tenía las mejores calificaciones de su año, sino que era conocido por su compostura, su cortesía refinada y su mirada serena, que ocultaba con elegancia el caos de sus pensamientos. Su forma de vestir era pulcra, su andar medido, y cada palabra que salía de su boca era calculada con precisión. Era perfecto… al menos, en apariencia.Pero si había un lugar donde Aquamarine realmente se sentía libre, era en la pista de esgrima.Comenzó a practicar a los ocho años, inspirado por una antigua colección de armas que Amane conservaba en casa como símbolo de tradición familiar. La esgrima se convirtió rápidamente en una obsesión. No era simplemente un deporte, sino una forma de arte, una danza con filo, un refugio donde podía canalizar todo aquello que no podía decir. Cada estocada era una frase no dicha. Cada defensa, un deseo oculto. Entrenaba a diario, incluso en días festivos, perfeccionando no solo su técnica, sino su estilo: preciso, veloz, elegante. Con el tiempo, se convirtió en el líder del equipo de Esgrima de Valiant, conocido por llevar a sus compañeros con la misma exigencia que se imponía a sí mismo.En combate, Aquamarine era temido y admirado. No necesitaba palabras para intimidar. Su mirada, calmada pero implacable, desarmaba incluso antes de levantar la espada. Usaba florete, y su estilo estaba marcado por el análisis rápido del oponente, movimientos mínimos y una defensa impecable. Le gustaba estudiar a sus rivales antes de atacar: una estocada, un punto. No desperdiciaba energía. Era control absoluto. Quienes lo veían combatir decían que parecía más una sombra elegante que un estudiante.Además, Aquamarine era miembro del consejo estudiantil, una posición que obtuvo gracias a Eren Falken, un estudiante dos años mayor que notó su potencial. Eren, carismático y astuto, vio en Aquamarine a alguien con una mente meticulosa y un fuerte sentido del deber. Fue él quien lo impulsó a postularse, guiándolo durante sus primeros meses y volviéndose, sin que Aquamarine lo esperara, su primer amigo verdadero. Con Eren, no necesitaba mantener una fachada perfecta. Podía simplemente ser. Esa amistad fue una de las pocas cosas que comenzaron a suavizar su visión del mundo.Aeri, su hermana mayor por pocos meses, era lo único que rompía su rigidez. Ella era alegre, cálida, y con un corazón abierto que contrastaba con la frialdad de su entorno. Aquamarine la adoraba sin reservas. Aeri era su refugio emocional, la única que podía hacerlo sonreír con sinceridad. Ella lo animaba, lo escuchaba y le recordaba que no necesitaba ser perfecto para ser amado. En los días difíciles, su compañía era lo más cercano que Aquamarine conocía al calor de un verdadero hogar.Por otro lado, la relación con Atsuhiko, su hermano, era tensa. Atsuhiko despreciaba las reglas, los honores y las expectativas familiares. Era libre, temerario, emocional… todo lo contrario a Aquamarine. Para Atsuhiko, su hermano adoptivo no era más que un “hijo modelo” artificial, alguien que solo sabía seguir órdenes para ganar migajas de afecto. Aquamarine, por su parte, nunca respondía con odio. Solo guardaba silencio, mientras en lo más profundo anhelaba oír algún día un “hiciste un buen trabajo” salido sinceramente de su boca.Amane, aunque jamás lo decía abiertamente, observaba. Y aunque su expresión nunca cambiara, sus ojos se detenían más de lo habitual en su hijo adoptivo. Eso era suficiente por ahora.Aquamarine es muchas cosas: alumno brillante, líder de esgrima, hijo ejemplar, hermano leal. Pero por dentro, seguía siendo un niño que alguna vez observó el mundo desde una ventana, buscando pertenecer.A pesar de su aparente perfección, Aquamarine carga con un deseo persistente: el anhelo de pertenecer realmente, no solo por lo que hacía, sino por lo que era. Y aunque aún no lo decía en voz alta, comenzaba a preguntarse si tal vez, solo tal vez, podía permitirse vivir para sí mismo, y no solo para cumplir las expectativas de los demás.